Crónicas Marcianas III

Nunca me sentí tan docente como cuando entré al baño del ISPEE que decía "sólo para profesores". Igual miré para las costados, por las dudas, como si alguien me fuera a decir: "eh, vos, no podés ir ahí, recién estás haciendo una práctica". La cuestión es que esta situación me sirvió para reflexionar sobre algunas cosas en las que todavía no había pensado.


Primero, que hay una burocracia tremenda para ingresar como docente al nivel medio o terciario no universitario. En Abril me anoté en las juntas y todavía no entiendo del todo para qué lo hice. El otro día, hablando con kike, me comentó que hay otros caminos para ser docente, que no es el de las juntas. Supongo que ya todos estamos afiliados a la choreadera de mails que te llegan pidiendo antecedentes o concursando cargos y demás; pero no entiendo como alguien, sin experiencia y recién recibido, puede aspirar a algo. Dicen que primero es la suplencia. Después el interinato. Y con suerte, mucho después, el cargo ¿Es así la cadena evolutiva hacia el baño exclusivo para los profesores?

Segunda cuestión. En el ISPEE fue la primera vez que estuve dentro del ámbito terciario no universitario y me llamó la atención el bajo nivel de los estudiantes. El grupo que me tocó a mí me hizo acordar muchísimo al secundario. Pregunté a gente conocida que trabajan en otros lados y me dicen que es así, que es muy parecido al nivel medio. Esto me alarma porque yo creía que sólo en el secundario iba a tener problemas para bajar el lenguaje y los contenidos que uno está acostumbrado por venir de la facultad. Ahora bien, ¿Hasta dónde hay que adaptarse y hasta dónde hay que exigir?

Tercero, todavía no me puedo adaptar a las mil y una actividades grupales, lúdicas y la mar en coche. Me costó mucho en las dos clases. Ya dije que prefiero las clases expositivas, porque me siento narcisísticamente más cómodo, pero entiendo que a menor nivel conceptual, la actividad grupal suma. ¿De qué me voy a disfrazar en un cuarto año? 

En síntesis, espero poder encontrar herramientas el próximo cuatrimestre para poder bajar los contenidos a las características del grupo clase y hacer millones de actividades re piolas y con muy buena onda...

Crónicas Marcianas II

Está difícil la cursada eh! Muchas "instancias"... Hoy fui a dar la última práctica en terciario y estuvo difícil, muy difícil. Última clase del cuatrimestre, los alumnos con las notas en el bolsillo y sin preocupaciones. Y uno va, con su planificación, las estrategias, los nervios y toda la parafernalia de la materia, y ahí están, tres gatos locos que se aburren, que no entienden nada porque no explico bien, que se quieren ir a ver Tinelli, y se van en medio de la clase, y yo sigo ahí, preparando la actividad número mil, mientras pienso que carajo hago acá, y ni siquiera me puedo desconcentrar porque se va todo a la mierda... hago agua, los tres gatos locos se ríen de mí y encima me saco un cero. Los problemas de concentración los tuve desde siempre. Recuerdo de chico que me ponía a cantar jugando al fútbol. Unas canciones buenísimas pero que me sacaban del partido. Y hoy tuve un par de esos momentos. No canté, pero me puse a pensar cómo puede ser que la persona que me vino a evaluar, que no la voy a nombrar pero que todos sabemos quién es, no mira. ¿Lo notaron? No mira y anota, anota todo el tiempo, anota lo que tendría que estar mirando. Y resulta que se me fue lo de Vigotsky que tenía que decir, y un gato loco me preguntó algo que no escuché, porque yo estaba en la nube de cómo puede ser que la evaluadora anote y no mire. Parece que está haciendo el claringrilla, pero no, resulta que después me dio la observación y ahí estaba todo. Sin mirar.
Después de la clase, me subí al colectivo y empecé a leer (no hay mejor cosa que chusmearse a uno mismo). Busqué si se había dado cuenta, pero no, no se dio cuenta de que yo a veces me voy por las nubes y me desconcentro tanto, que puedo seguir hablando de Vigotsky y estar pensando en otra cosa.

Crónicas Marcianas I

El lugar estaba oscuro y la música a todo lo que da. Como era temprano, no había mucha gente. Me acerqué a la barra a pedir un fernet. Dámelo con soda, dije. Después de pagar sentí que me tocaban el hombro. Cuando me di vuelta, estaba Julián, mi amigo imaginario. No lo veía desde que tenía cinco. Fuimos inseparables hasta que un día se fue para no volver más, hasta ahora, que está parado frente a mí con un vaso de fernet en la mano. ¿Cómo estás? Bien. ¿Todo bien? Bien, bien ¿Y vos? 
Siempre estuve. No me ves, pero estoy. Le conté que tengo que hacer una autobiografía escolar para la facultad. Si, ya sé. ¿Querés que la haga yo? A ver, dale. Dijo: Del jardín recordás solo imágenes de la sala de cuatro. El aula daba a un patio cubierto donde jugabas y dormías la siesta en una colchonetas.


Había, y debe haber, una pileta olímpica. Al lado del colegio, sobre Cangallo. Al otro año empezaste el preescolar en la escuela donde completaste el primario. Cerró hace algunos años y ahora es un petit hotel. Hablaste de eso con Hernán y Carlos, que todavía son tus amigos. Ibas a la tarde. La señorita se llamaba Cecilia y te parecía una vieja. Debía tener menos de treinta.
En primer grado empezaste a leer en libros de tapa dura. Leías muy bien, pero María del Carmen, tu señorita, solía corregir la forma en que agarrabas los libros. Con la izquierda se lo sostiene y con la derecha se cambian las hojas.
En el aula había un abecedario con letras de objetos o animales: Anillo, Bebé, Casa, Dedo…y todos repitiendo hasta el Zapato. Ese año tuviste paperas y no pudiste ir por dos semanas al colegio. El resto de la primaria no te enfermaste más. Te gustaba ir y empezar grados nuevos. Tres meses de verano sin ver a ninguno de tus amigos.
Para la directora, tu comportamiento cambió en tercer grado. No se puede correr García Uldry, no hable en fila, ya no es hora de comprar en el kiosco.
En cuarto fue el mundial de Maradona. Contra Italia tu mamá inventó una nota para salir más temprano y poder ver el partido. Fue un miércoles. Para esa época, el fútbol empezaba a ser más importante que la escuela y que todo.
En sexto y séptimo tuviste un profesor que no me acuerdo el nombre, ¿Vos te acordás el que te digo? No, seguí. Daba lengua y literatura y nos hablaba de otro mundo. De movida, tenía una moto que estacionaba en la vereda frente al colegio. Ídolo. Pero además hablaba de política y del sentido de lo público. No le entendíamos nada y estaba buenísimo. Para esa época fue el plebiscito por las Malvinas y la mediación del Papa. Nos explicó porqué votó por el no. Casi lo echan.
El secundario no fue fácil. Pasaste por tres colegios y nunca te interesó estudiar. Tuviste el prejuicio persistente y comprobado de que el colegio solo sirve para hacer amigos. Todo te daba lo mismo menos la música y el fútbol. "No future". Recuerdo segundo año como el peor de todos. Tercero, cuarto y quinto, hiciste muchos amigos con los que fundaste el club de marzo: Para ser socio tenías que dejar una materia en abril para tener una hora libre todo el año. Socios se recibían hasta mayo, sino eras un gil. Al final del secundario tenías dos opciones: Trabajar, o estudiar y trabajar. Te metiste en Economía y empezaste a trabajar en un banco. Hiciste correctamente el CBC (remontando un 2, 3, 4 en los primeros tres parciales) y entraste a la facultad de Córdoba y Junín para empezar la carrera. Duraste dos meses hasta que te sentaste en la plaza Houssey, después de irte a mitad de un parcial de Álgebra. ¿Qué hago acá? ¿Qué quiero hacer? ¿Cuál es el sentido de la vida? Colorín colorado, te anotaste en Psicología, un clásico de los indecisos. Justo para esa época la fiesta menemista estaba a full y con el trabajo que tenías pudiste irte a vivir solo y viajar de vacaciones a Cuba.
Te tomaste el 96 y el 97 para hacer muy tranquilo las equivalencias del CBC y en el 98 arrancaste con la carrera. En los primeros años te diste cuenta que la relación que tenías con el saber estaba cambiando. Tenías ganas de estudiar. Toda una novedad. El psicoanálisis te cambió la cabeza y rápidamente supiste que tu  camino era por ahí. Profesaste cada uno de sus clichés y caiste en todos los lugares comunes de los freudianos lacanianos. Recién en esa etapa te interesó la docencia...Pará, pará. ¿Pedimos otros? Si, dale. Dos más por favor, el mío con soda, no te olvides. 
Bueno, en el 2001 te tomaste un año para viajar y congelaste la carrera hasta retomarla en el 2002. A mitad del 2005 te recibiste y recién en 2009 empezaste el profesorado. en esos cuatro años estudiaste más que en toda la carrera. Además hiciste la concurrencia, trabajaste y tuviste un hijo.
¿Y? ¿más o menos fue así no? Si, si, más o menos. Igual pienso que lo que hice no tiene ninguna coherencia, que no quiero ser un estudiante crónico y que no estoy muy seguro de saber si me gusta lo que hago. Bueno, no te preocupes, suele pasar.